domingo, 28 de noviembre de 2010

Guerras de los Bóers: Los campos de concentración


Estos habían sido concebidos originalmente para los refugiados cuyas granjas habían sido destruidas durante las batallas, y el término . No obstante, a consecuencia de la nueva política de Kitchener, hubieron de construirse muchos más y fueron transformados en prisiones.

Se construyeron un total de 45 campos de tiendas para los internados bóer y 64 para los africanos negros. Los campos de los bóer albergaban fundamentalmente a ancianos, mujeres y niños, ya que de los aproximadamente 28.000 bóer prisioneros de guerra, 25.630 fueron enviados a campos en el extranjero. Incluso cuando fueron expulsados por la fuerza de las áreas controladas por los bóer, los africanos negros no eran considerados enemigos de los británicos, por lo que fueron simplemente considerados mano de obra.

Las condiciones en los campos eran insalubres, y las raciones de comida escasas; en el caso de las mujeres e hijos de los combatientes, las raciones eran aún más pequeñas. La dieta insuficiente y las condiciones higiénicas inadecuadas provocaron la aparición de enfermedades contagiosas endémicas como sarampión, tifus y disentería. Todo ello, unido a la escasez de instalaciones médicas, provocó un gran número de muertes, como indica un informe posterior a la guerra en el que se concluía que 27.927 bóer (de los cuales 22.074 eran niños menores de 16 años) y 14.155 africanos negros murieron de hambre, enfermedades y penalidades. En total, aproximadamente un 25% de los bóer y un 12% de los africanos presos murieron, aunque investigaciones recientes indican que el número de fallecimientos de africanos negros se subestimó en su día, y que en realidad podría haber estado cerca de los 20.000.

La delegada de la Fundación para Mujeres y Niños Sudafricanos Damnificados, Emily Hobhouse, contribuyó notablemente a hacer públicos los problemas de los internos a su vuelta al Reino Unido tras visitar algunos campos del Estado Libre de Orange. Su informe de quince páginas provocó indignación generalizada y la creación de una comisión gubernamental, la Comisión Fawcett, que se encargó de visitar los campos entre agosto y diciembre de 1901 y corroboró los datos de su informe. Ambas fuentes se mostraron muy críticas con la gestión de los campos e hicieron numerosas recomendaciones, por ejemplo de mejora de la alimentación y el aumento de las instalaciones sanitarias. Hacia febrero de 1902, la tasa de mortalidad anual descendió del 6,9% al 2%.


El final de la guerra

En total, la guerra costó unas 75.000 vidas: 22.000 soldados británicos, de los cuales 7.792 causaron baja en batalla y el resto por enfermedad, entre 6.000 y 7.000 soldados bóer, de 20.000 a 28.000 civiles bóer y quizá 20.000 africanos negros. A causa del alargamiento de la guerra y de su mala salud, dimitió el primer ministro Robert Gascoyne-Cecil. Los últimos bóer se rindieron en mayo de 1902 y la guerra finalizó con el Tratado de Vereeniging en el mismo mes. No obstante, los bóer recibieron una compensación de 3.000.000 de libras, se les prometió cierto nivel de autogobierno y en 1910 se fundó la Unión Sudafricana. El tratado acabó con la existencia de las repúblicas de Transvaal y el Estado Libre de Orange como estados bóer e integró estos territorios en el Imperio británico. Durante el conflicto se concedieron 78 Cruces Victoria al valor ante el enemigo a soldados británicos y coloniales, el más alto y prestigioso galardón de las fuerzas armadas británicas.
Jesús Ramirez

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