domingo, 28 de noviembre de 2010

Guerra Polaco-Soviética


La Guerra Polaco-Soviética fue un conflicto armado que enfrentó a la Rusia Soviética y la Segunda República Polaca desde febrero de 1919 hasta marzo de 1921

La guerra fue el resultado de las tentativas expansionistas por parte de ambos bandos: Polonia pretendía recuperar los territorios perdidos a finales del siglo XVIII, y los soviéticos, aquéllos que habían pertenecido al Imperio ruso antes de la Primera Guerra Mundial. Las fronteras entre Polonia y la Rusia soviética no habían sido definidas en el Tratado de Versalles, y posteriormente se tornaron más caóticas tras la retirada de las Potencias Centrales en el frente oriental, la Revolución rusa de 1917, la Guerra Civil Rusa, la desintegración del Imperio ruso, el Imperio alemán y el Imperio austrohúngaro, y las ambiciones de Ucrania y de Bielorrusia para establecer su independencia.

El líder polaco, Józef Piłsudski, creyó conveniente ampliar las fronteras de Polonia hacia el este, a la vez que consideraba factible crear una Federación Polaca (Międzymorze[1] ) que englobase el resto de los Estados de la Europa centro-oriental, como un baluarte contra la aparición potencial del imperialismo alemán y soviético. Por su parte, Lenin vio a Polonia como el puente que el Ejército Rojo tendría que cruzar para ayudar a otros movimientos comunistas europeos.


Hacia 1919, las fuerzas polacas controlaban la mayor parte de Ucrania occidental, ganando el conflicto con la república nacional ucraniana del oeste que intentó crear un Estado ucraniano en los territorios que reclamaban tanto polacos como ucranianos. Mientras tanto, los soviéticos comenzaban a ganar la guerra civil rusa y avanzaban hacia el oeste, hacia los territorios disputados, y para finales de 1919 se había formado un claro frente bélico. Los enfrentamientos fronterizos desembocaron entonces en una guerra abierta tras el avance hacia el este de Ucrania de Piłsudski (abril de 1920), el cual fue detenido por un contraataque del Ejército Rojo, inicialmente exitoso. La operación soviética empujó a los polacos de regreso hacia el oeste, hacia la capital polaca, Varsovia. Mientras tanto, Occidente temía que las tropas soviéticas llegaran a las fronteras alemanas, y se incrementó el interés de las Potencias Occidentales en la guerra. A mediados del verano, la caída de Varsovia parecía cercana, pero a mediados de agosto la situación cambió de nuevo cuando las fuerzas polacas alcanzaron una inesperada y decisiva victoria en la batalla de Varsovia. Ante el temor de un avance polaco hacia el este, los soviéticos pidieron la paz y la guerra terminó con un alto el fuego en octubre de 1920. Un tratado de paz, el Tratado de Riga, fue firmado el 18 de marzo de 1921, repartiendo los territorios en disputa entre Polonia y la Rusia Soviética. Así, esta guerra de 1919-1920 delimitó la frontera polaco-soviética para el período de entreguerras.


Nombres y fechas de la guerra

La guerra es conocida con varios nombres. "Guerra Polaco-Soviética" es posiblemente el más común, pero puede ser confuso, ya que "Soviética" lleva a pensar en la Unión Soviética, que (por contraste con "Rusia Soviética") no fue fundada oficialmente hasta 1922. Nombres alternativos son "Guerra Ruso-Polaca (o Guerra Polaco-Rusa) de 1919 a 1921 "(para distinguirla de anteriores guerras polaco-rusas) y "Guerra Polaco-Bolchevique ". Esta segunda denominación (o simplemente "Guerra Bolchevique" (en polaco: Wojna bolszewicka) es más común en las fuentes polacas. En algunas fuentes polacas también viene como la "Guerra de 1920" (en polaco: Wojna 1920 roku ) mientras que los historiadores soviéticos a menudo se refieren a ella como la "Guerra contra la Polonia Blanca" o la consideran parte de la Intervención Aliada en la Guerra Civil Rusa o de la Guerra Civil Rusa en sí misma.

Una segunda controversia se centra en la fecha de comienzo de la guerra. Por ejemplo, la Enciclopedia Británica considera la intrusión polaca en Ucrania de 1920 como el punto de comienzo de la guerra, mientras que la enciclopedia polaca Internetowa encyklopedia PWN y algunos historiadores - como Norman Davies dan el año 1919 como el año de comienzo. Finalmente, se suelen dar como fechas de finalización indistintamente 1920 o 1921; esta confusión viene del hecho de que mientras el alto el fuego entró en vigor en otoño de 1920, el Tratado de Riga, que ponía fin de forma oficial a la guerra, fue firmado meses después, en 1921.

Si bien los sucesos de 1919 pueden ser descritos como un conflicto fronterizo, y sólo a principios de 1920 ambos lados se dieron cuenta de que de hecho estaban en una guerra total, las escaramuzas que tuvieron lugar en 1919 están íntimamente relacionadas con la guerra que empezó al año siguiente. Finalmente los sucesos de 1920 fueron sólo una consecuencia lógica, aunque no buscada, del preludio de 1919.

Causas del Conflicto

En 1919, con el final de la Primera guerra mundial, el mapa de la mayor parte del mundo, y en particular el de Europa Central y Occidental, había cambiado drásticamente la derrota de Alemania frustró sus proyectos para la creación de un gobierno títere en los Estados orientales de Europa (Mitteleuropa ), y como Rusia estaba en plena guerra civil, muchas naciones de aquella región vieron una oportunidad única para obtener la independencia que no podían desperdiciar.

Al mismo tiempo, los soviéticos vieron estos territorios como provincias rusas rebeldes, vitales para la seguridad rusa, pero fueron incapaces de reaccionar rápidamente, puesto que aún seguía presente el agotamiento producido por la Primera Guerra Mundial, la revolución y la guerra civil.


Mientras tanto, con el éxito de la sublevación de Polonia iniciada en 1918, Polonia había restablecido su Estado por primera vez desde la partición de 1795, que causó los 123 años en los que Polonia fue gobernada por sus tres vecinos imperiales. El país resurgió bajo el nombre de Segunda República de Polonia y procedió a recuperar y restablecer las fronteras que poseía en el pasado.

Sin embargo, Polonia no estaba sola en sus oportunidades y apuros, ya que prácticamente todos los países vecinos que habían obtenido recientemente su independencia comenzaron luchas sobre sus fronteras: Rumania luchó contra Hungría en Transilvania, Yugoslavia con Italia en Rijeka, Polonia con Checoslovaquia en Cieszyn/Těšín, con Alemania en Poznań y con Ucrania en Galicia central. Los ucranianos, bielorrusos, lituanos, estonianos y letones lucharon entre sí y contra los rusos, que estaban divididos a causa de la guerra civil. La influencia del comunismo también se agregó a esta mezcla, dando por resultado revoluciones de los comunistas en Múnich, Berlín, Budapest y Prešov. Winston Churchill comentó respecto a esta situación:
La guerra de gigantes ha terminado, la guerra de los enanos comienza

Churchill estaba en lo correcto si tenemos en cuenta que todos los demás conflictos, con la única excepción de la guerra polaco-soviética, serían conflictos de breve duración e insignificantes en la mayoría de los casos.

La guerra polaco-soviética, como la mayoría de otros conflictos en la Europa Oriental de aquel tiempo, fue más un accidente que un conflicto planificado. Durante el caos que prevaleció en los primeros meses de 1919, era improbable que algún comunista o algún ciudadano de la Segunda República de Polonia hubiese planificado una guerra de tal importancia. Polonia fue un importante frente en la Primera Guerra Mundial, ya que en sus territorios se libraron varias batallas.

Motivos de Piłsudski



La política polaca estaba bajo la fuerte influencia del estadista Józef Piłsudski, quien preveía formar una federación (la "Federación de Międzymorze"), una confederación que abarcaba Polonia, Lituania, Ucrania y otros países de la Europa central y oriental, los cuales venían emergiendo alejados de los imperios de la Primera guerra mundial. La nueva unión habría tenido fronteras similares a las de la República de las Dos Naciones siglo XV-XVII y debía ser un contrapeso que contuviera las intenciones imperialistas de Rusia o Alemania. Con este fin, las fuerzas polacas aseguraron los extensos territorios en el este. No obstante, al plan de la federación de Piłsudski ee opuso otro influyente político polaco, Roman Dmowski, que favoreció la idea de crear un "Estado Polaco" más grande.

Debido a la negativa de los rusos a reconocer la independencia de Polonia, las fuerzas polacas bajo las órdenes de Piłsudski retrasaron o pararon sus propias ofensivas varias veces, aliviando la presión de las fuerzas rusas y contribuyendo así a la derrota del Ejército Blanco Ruso.

Motivos de Lenin



A finales de 1919 el líder del nuevo gobierno comunista de Rusia, Vladimir Lenin, inspirado por las victorias de la guerra civil del Ejército Rojo sobre las fuerzas Blancas rusas anticomunistas y sus aliados occidentales, comenzó a ver futuro en la Revolución. Los comunistas actuaron bajo la convicción de que los procesos históricos pronto conducirían a la dictadura del proletariado en todas las naciones, y que esto traería el final de los Estados nacionales, llevando a la instauración de una comunidad comunista mundial. Lenin se sentía cada vez más confiado en que la revolución sobreviviría y pronto barrería triunfante Europa y el resto del mundo. El motivo principal para la guerra con Polonia subyace en el intento de los comunistas de enlazar su revolución en Rusia con una revolución prevista en Alemania. Además vio a Polonia como el puente que el Ejército Rojo tendría que cruzar para unir las dos revoluciones y ayudar a otros movimientos comunistas en la Europa Occidental. Este curso era explícito en la ideología comunista, y era necesario si los soviéticos intentaban llevar a Rusia a la línea del marxismo. Esto no ocurrió sino hasta los éxitos soviéticos a mediados de 1920, momento en que esta idea se hizo dominante en la política comunista.

Alemania entre los años 1918 y 1920 hervía con el descontento social y el caos político. En los dieciocho meses desde la abdicación del Káiser, se había vivido una revolución comunista, dos repúblicas soviéticas locales (por ejemplo, la República Soviética de Baviera), tres golpes de Estado reaccionarios, al menos cuatro huelgas generales y cinco cancilleres. En julio de 1920 la Constitución de Weimar (constitución del Estado Alemán) había estado vigente durante sólo doce meses, y la humillante Paz de Versalles por sólo seis. El gobierno central fue acosado por el separatismo, por la vigilancia cercana de los poderes de los Aliados y por los constantes combates en las calles entre la Liga Espartaquista y el Partido Comunista de Alemania. El avance desde el oeste del Ejército Rojo amenazó con anular el Tratado de Versalles y así, independientemente de otras consecuencias, liberar a Alemania de las humillantes condiciones puestas en ella. Muchos alemanes pensaron que otra revolución sería el preludio necesario para escapar del apretón de los Aliados.

En abril de 1920 Lenin terminaría de escribir El "izquierdismo", la enfermedad infantil del comunismo, que significó dirigir la Revolución durante los pocos meses restantes antes de sus etapas finales, y era cada vez menos probable oponerse a una guerra más grave con Polonia. Según una teoría frecuente entre los partidarios de Lenin, la revolución en Rusia fallecería a menos que estuviera unida a las revoluciones en Lituania, Polonia y, la más esencial, Alemania. El debate en Rusia no era, por tanto, si el puente polaco (Polonia) debería ser cruzado, sino cómo y cuándo. Lenin formuló la nueva doctrina de la "revolución del exterior". La ofensiva soviética en Polonia sería una oportunidad "de sondear Europa con las bayonetas del Ejército Rojo". Esta sería la primera penetración de la Unión Soviética en Europa, la primera tentativa de exportar la revolución bolchevique por la fuerza. En un telegrama, Lenin exclamó:

"Debemos dirigir toda nuestra atención a preparar y a consolidar el frente occidental. Un nuevo lema debe ser anunciado: prepararse para la guerra contra Polonia. "

El propósito político del avance del Ejército Rojo no era conquistar Europa directamente. El Ejército Rojo de 1920 podía ser enviado apenas con 36 divisiones para hacer lo que el ejército del Zar de 1914 a 1917 no pudo hacer con 150. Su propósito era provocar el cambio social y la revolución.

 
Jesús Ramirez

Primera Guerra Mundial, final

El 16 de enero de 1917, el ministro alemán del Exterior, Arthur Zimmermann, envió un telegrama al embajador en México, Heinrich von Eckardt, con indicaciones precisas para convencer a Venustiano Carranza, de que México entrase a la guerra del lado de los Imperios Centrales. El telegrama prometía a México la restitución de los territorios perdidos por el Tratado de Guadalupe-Hidalgo. Dicho telegrama también sugería que el presidente Carranza se comunicase con Tokio para llegar a un acuerdo que hiciera que el Imperio japonés se pasase a lado alemán. El telegrama fue interceptado por fuerzas de inteligencia británicas, lo que provocó la entrada de Estados Unidos a la guerra. Carranza no aceptó la oferta, puesto que México acababa de enfrentar la Revolución mexicana y no se encontraba en condiciones económicas adecuadas. Además, el mandatario se encontraba preocupado por la Expedición Punitiva. México no sólo no entró a la guerra, sino que envió a Francisco León de la Barra como alto comisionado mexicano de la Paz.

1917: el viraje de la guerra

En 1917, el Estado Mayor alemán tomó la decisión de aguantar a los Aliados en el Oeste y hundir de una vez a las desalentadas tropas zaristas. Luego de la victoria táctica de los británicos en Arras. Los franceses, tras el fracaso total de su ofensiva de Chemin des Dames, no son capaces de lanzar ninguna otra ofensiva, limitándose a resistir. El 7 de junio los británicos lanzan una ofensiva en Flandes, sin embargo, no consigue romper el frente. El conflicto se estanca y el desaliento cunde en la retaguardia. La población civil padece restricciones, sobre todo en Alemania, bloqueada por los aliados.



En abril de 1917 los Estados Unidos le declararon la guerra a los imperios centrales, lo que le dio a la contienda el carácter mundial. No obstante, sus efectos no se sentirían sino hasta 1918. El hecho que motivó el ingreso de Estados Unidos en la guerra, fue el hundimiento del Lusitania, donde viajaban 123 estadounidenses, por parte de un submarino alemán. Este hecho provocó una viva reacción en Estados Unidos, que se preparó para entrar oficialmente en guerra al lado de los aliados.

En febrero de 1917 en Rusia estalla la Revolución Rusa, la cual obligó a abdicar al Zar Nicolás II, quedando el país bajo el mando de Aleksandr Kérenski, quien continuó en guerra contra Alemania. Sin embargo en octubre estallaría la revolución bolchevique, que depuso al gobierno de Kérenski. Este clima de inestabilidad permitió a los alemanes avanzar considerablemente en Rusia.

Los bolcheviques tomaron el control total y firmaron el armisticio con los imperios centrales en el mes de diciembre, después de la Paz de Brest-Litovsk (negociada por León Trotsky) en marzo de 1918. Para obtener esta paz consintieron enormes sacrificios económicos y territoriales. Además, Alemania ocupó Polonia, Ucrania, Finlandia, los países bálticos y una parte de Bielorrusia. El Reich aprovechó esta victoria para enviar casi todo su ejército oriental al frente occidental e intentar obtener una victoria rápida antes de la llegada masiva de los estadounidenses. Era su baza definitiva, ya que Austria-Hungría, Bulgaria y Turquía daban muestras de desaliento ante las mayores reservas financieras y de hombres de los Aliados.


Finalmente el 17 de julio de 1918 el Zar Nicolás II fue asesinado con toda su familia en Ekaterimburgo, ante el temor que el avance de la Legión Checoslovaca hacia la ciudad, pudiera liberar al Zar. La revolución rusa, en particular luego del tratado de Brest-Litovsk, dio paso a una guerra civil, la cual se extendió hasta 1923, provocada por el levantamiento de grupos anti bolcheviques dentro y fuera de Rusia, que se organizaron para actuar contra el nuevo régimen.

Fin de la guerra

Reforzados por las tropas provenientes del frente este, los alemanes ponen todas sus fuerzas en su última ofensiva, nombrada por el General de Infantería Erich Ludendorff como Kaiserschlacht (nombre clave Michael), a partir de marzo de 1918, sobre el río Somme, en Flandes y en Champagne. Esta comenzó el 21 de marzo y se extendió hasta el 5 de abril, aunque con el final de esta los alemanes continuaron con una serie de cuatro ofensivas hasta el 17 de junio. Pero, mal alimentadas y cansadas, las tropas alemanas no pudieron resistir la contraofensiva de Foch y fallan frente al objetivo final: París, quedando a 120 km de la capital gala. El General Foch comanda sus tropas francesas y estadounidenses hacia la victoria, en la segunda batalla del Marne; los primeros tanques británicos entran en combate y la superioridad aérea aliada es evidente.

Es el principio del fin para los Imperios Centrales. En los Balcanes, las tropas francesas atacan las líneas búlgaras en Macedonia. Después de pocos días de lucha, Bulgaria comprende que no puede hacerles frente y pide el armisticio. Turquía está al límite de sus fuerzas y no puede contener a los británicos que han tomado ya Jerusalén y Bagdad y avanzan hacia Anatolia; además la derrota búlgara compromete a Constantinopla. Franceses y británicos ocupan el Oriente Próximo e Iraq y el Imperio Otomano también se rinde.



El duelo entre italianos y austríacos está asimismo por resolverse. El General Díaz obedece la insistencia de su gobierno que necesita de una victoria en el frente alpino para poder negociar. Los italianos derrotan a Austria-Hungría en Vittorio Veneto. Este hecho marcó el descalabro del ejército imperial, y la monarquía de los Habsburgo se hunde, incapaz de oponer nada al avance aliado por los Balcanes (3 de noviembre).

El Reich está en una situación desesperada: se ha quedado sin aliados, su población civil sufre draconianas restricciones, su ejército está al límite, sin reservas y desmoralizado. Ludendorff y Hindenburg son partidarios de la capitulación inmediata, pues creen que el frente se derrumbará en cualquier momento. En efecto, tropas estadounidenses de repuesto no paran de desembarcar e incluso Italia se prepara para enviar un contingente a Francia. El 8 de agosto un ataque aliado cerca de Amiens tiene éxito y rompe el frente germano: los aliados penetran en Bélgica. El Alto Mando pide al brazo político iniciar inmediatamente negociaciones de paz. Cunde la convicción de que la guerra está perdida. Wilson proclama que Estados Unidos sólo negociará con un gobierno alemán democrático. Los Hohenzollern tienen los días contados. Tras una revolución obrera en Berlín, el Káiser huye a Holanda; el gobierno de la nueva República alemana firma el armisticio de Rethondes el 11 de noviembre de 1918. La guerra termina con la victoria de los Aliados.

Tratados de paz

Tras el conflicto, se firmaron varios tratados de paz por separado entre cada uno de los vencidos y todos los vencedores, con excepción de Rusia, que había abandonado la guerra en 1917. Al conjunto de estos tratados se le conoce como La Paz de París (1919-1920).

• Versalles: Firmado el 28 de junio de 1919 entre los aliados y Alemania. El imperio fue cortado en dos por el Corredor polaco, desmilitarizado, confiscadas sus colonias, supervisado, condenado a pagar enormes compensaciones y tratado como responsable del conflicto. Este tratado produjo gran amargura entre los alemanes y fue la semilla inicial para el próximo conflicto mundial. Con este tratado también fue creada la Sociedad de Naciones.

• Saint-Germain-en-Laye: Firmado el 10 de septiembre de 1919 entre los aliados y Austria. En este tratado se establecía el desmembramiento de la antigua monarquía de los Habsburgo, el Imperio Austrohúngaro, y Austria quedó limitada a algunas zonas en las que se hablaba solamente el alemán.

• Sèvres: Firmado el 10 de agosto de 1920 entre el Imperio Otomano y los aliados (a excepción de Rusia y Estados Unidos). El Tratado dejaba a los otomanos sin la mayor parte de sus antiguas posesiones, limitándolo a Constantinopla y parte de Asia Menor.

• Trianon: Acuerdo impuesto a Hungría el 4 de junio de 1920 por los aliados, en el que se dictaminó la entrega de territorios a Checoslovaquia, Rumania y Yugoslavia.

• Neuilly: El Tratado de Neuilly-sur-Seine fue firmado el 27 de noviembre de 1919 en Neuilly-sur-Seine (Francia) entre Bulgaria y las potencias vencedoras. De acuerdo con lo estipulado en el tratado, Bulgaria reconocía el nuevo Reino de Yugoslavia, pagaba 400 millones de dólares en concepto de indemnización y reducía su ejército a 20.000 efectivos. Además, perdía una franja de terreno occidental en favor de Yugoslavia y cedía Tracia occidental a Grecia, por lo que quedaba sin acceso al Mar Egeo.

Consecuencias

Lucharon 65,8 millones de soldados, de los que murieron más de 1 de cada 8, un promedio de 6.046 hombres muertos cada día de los cuatro años que duró.[10] A consecuencia de esta guerra cayeron cuatro imperios -el alemán, el austrohúngaro, el ruso y el otomano- y tres grandes dinastías, los Hohenzollern, los Habsburgo y los Romanov. Confirmaba el final del Absolutismo Monárquico en Europa. Se calcula que la guerra produjo aproximadamente ocho millones de muertos y seis millones de inválidos. Francia fue el país más afectado proporcionalmente: 1,4 millones de muertos y desaparecidos, equivalentes a un 10% de la población activa masculina, acompañado por un déficit de nacimientos. El estancamiento demográfico francés se prolongó, con un envejecimiento de la población que sólo logró crecer con la inmigración. El norte francés estaba en ruinas: casas, puentes, vías férreas, fábricas, etc.

En el plano político, cuatro imperios autoritarios se derrumbaron, lo que transformó profundamente el mapa de Europa, rediseñado por el tratado de paz de 1919:

* el Imperio del zar quedó transformado en la Rusia comunista (más tarde la URSS),
* el Imperio Otomano se disolvió dando paso a Turquía (península de Anatolia y Constantinopla),
* el Imperio Austrohúngaro fue disuelto dando paso a los Estados de Austria, Hungría, Checoslovaquia y Yugoslavia como nuevos países independientes,
* el Imperio alemán finalizó y fue reemplazado por la República de Weimar, que gobernaría sobre una Alemania mermada territorial y económicamente por el pago de las reparaciones de guerra.

Nuevo equilibrio político mundial. Aunque las colonias suministraron víveres, materias primas y combatientes a sus ,etrópolis, tras la guerra los pueblos coloniales empezaron a cuestionar sus lazos con la metrópoli y reclamaron una mejora de su situación. Esto, sumado al progreso del nacionalismo en el seno de las colonias, constituirían el proceso de descolonización que iniciaría tras la Guerra y que concluiría con la independencia de varios Estados actuales, luego de la Segunda Guerra Mundial. A este primer declive de la influencia de Europa en las colonias, se sumó la expansión de Estados Unidos, el mayor beneficiado de la guerra junto con Japón, que reconsideraría su aislamiento de los asuntos mundiales, y que junto con el Imperio Japonés tendrían un lugar destacado en la escena internacional.

Transformación social. Las diferencias sociales se acentuaron con el enriquecimiento de los mercaderes de armas y el empobrecimiento de los pequeños ahorradores, los retirados y los asalariados afectados por la inflación. Las mujeres adquirieron un nuevo lugar en la sociedad y se volvieron indispensables durante toda la guerra, en el campo, las fábricas, las oficinas, las escuelas (para compensar la marcha de numerosos profesores). El feminismo progresaba, el derecho a voto fue acordado en Gran Bretaña, Alemania, Estados Unidos, Turquía y Rusia, pero no en Francia. Los cambios sociales estarán estrechamente ligados a la lucha política que emprenderán el Liberalismo, el Comunismo, y el Fascismo a lo largo del siglo XX.



Consecuencias tecnológicas. La contienda reveló la maquinaria de terror paradógicamente surgida de los avances y progreso de la ciencia y la tecnología. El intenso desarrollo de los instrumentos y técnicas de guerra (vgr. Fusiles de repetición, ametralladoras, gases venenosos dando origen a la guerra biológica y química, vehículos de combate, dirigibles, primeros aviones de guerra, y acorazados de acero) modificarían la ciencia militar cuyas prácticas datan de varios siglos atrás de conflictos humanos. La artillería multiplicó los calibres, aumentó el alcance y mejoró los métodos de corrección. El transporte motorizado se generalizó y volvió obsoleta la artillería impulsada por personas o animales de tiro; el caballo dejó de ser útil como instrumento militar. Igualmente supuso cambios en la estrategia militar donde en adelante sería necesario el sigilo y el escondite de las tropas para poder combatir, modificando la vestimenta de los soldados con tal fin.

También se revelaría el grave daño que padecería la población civil producto de los bombardeos a las ciudades y otros daños colaterales; la población civil y no beligerante se transformarías en nuevas víctimas visibles y objetivos militares de la nueva forma de hacer la guerra que reveló la Primera Guerra Mundial, producto de la masificación de los ataques no convencionales por un armamento mucho más destructivo y de mayor alcance.

Consecuencias políticas en Alemania. Los cinco tratados tras la guerra, principalmente el suscrito en Versalles, ocasionaron un ambiente de opresión hacia los vencidos. La nueva Alemania republicana sufrió las consecuencias del Imperio Alemán y su economía fue explotada por los vencedores. Así surgieron tesis tanto izquierdistas como derechistas para acabar con esta situación. Los golpes contra el sistema comenzaron cuando, en 1921, milicias comunistas se levantaron en Múnich. La revuelta fue sofocada. Adolf Hitler culpaba a los marxistas alemanes de la rendición alemana, alegando como pruebas la constitución progresista de Weimar y el armisticio a continuación. Cuando Hitler aún seguía en las trincheras, los militares alemanes convencían a la población civil de que la guerra podía ser ganada, mientras que confesaban a los políticos que la rendición era ineludible. Pero Hitler sostuvo esta tesis en el Partido Nacional Socialista Alemán de los Trabajadores y, con ella, dirigió el denominado Putsch de Múnich de 1923 contra la sede del gobierno. El golpe militar fue aplastado y Hitler recluido en prisión durante ocho meses. Sin embargo, en enero de 1933 Hitler fue nombrado canciller por el presidente Paul von Hindenburg y el 14 de octubre de 1933 triunfó en las elecciones, por lo que llegó al parlamento alemán.
 
Jesús Ramirez

Primera Guerra Mundial parte 2

En África, británicos y franceses atacaron desde todos los frentes a las colonias alemanas, rodeadas por sus posesiones. Las fuerzas germanas en Togolandia y Camerún se rindieron rápidamente a las tropas anglo-francesas, mientras que la colonia de África del Sudoeste Alemana fue invadida por el ejército sudafricano y ocupada totalmente en 1915 (véase: Campaña de África del Sudoeste). Sólo la colonia de Tanganica, bajo la dirección del general Paul von Lettow-Vorbeck, resistió bajo dominio alemán hasta el final de la contienda.


La guerra en el Extremo Oriente y el Pacífico

Tras el estallido de la guerra, el Imperio Japonés envió un ultimátum a Alemania, solicitándole la evacuación de Jiaozhou (noreste de China). Alemania se negó a cumplirlo, por lo que Japón entró en la guerra del lado de los aliados el 23 de agosto de 1914. Las tropas japonesas ocuparon las posesiones alemanas en las islas Carolinas y Marianas. En 1915, Japón presentó las Veintiuna Demandas a China que obligaban a China a no alquilar ni ceder ningún territorio frente a Taiwán a ningún país, excepto a Japón. En 1919, China cedió los derechos comerciales de Mongolia Interior y Manchuria a Japón.

Mientras tanto, en el Pacífico también hubo movimientos aunque no batallas de importancia. Las tropas australianas estacionadas en Papúa ocuparon sin problemas la Nueva Guinea Alemana, mientras que Japón y Nueva Zelanda dirigieron ataques contra las bases alemanas en las Islas Marianas. El puerto chino de Qingdao, principal base alemana en Extremo Oriente, fue ocupado por los japoneses.

Como resultado del acuerdo de paz de la guerra mundial, Japón recibió las islas del Pacífico que había ocupado.

La guerra en el mar

La guerra naval en la Primera Guerra Mundial se caracterizó por los esfuerzos de las potencias Aliadas, especialmente Gran Bretaña, de imponer un bloqueo marítimo a los Imperios Centrales, utilizando sus grandes flotas navales; y por los esfuerzos de los Imperios Centrales de romper el bloqueo o establecer un bloqueo efectivo del Reino Unido y Francia. Los alemanes, que contaban con una importante flota de submarinos, intentaron imponer un bloqueo completo al Reino Unido y Francia, interceptar el apoyo de sus colonias y romper las rutas de aprovisionamiento entre América (carne de Argentina, armamento estadounidense) y Europa.


La guerra en África
El Mar del Norte y el canal de la Mancha fue el principal teatro de operaciones de la guerra en el mar. En él se encontraron la Gran Flota británica y la Flota de Alta Mar alemana, protagonizando 3 grandes batallas. En agosto de 1914 se encontraron en la batalla de Heligoland, en enero de 1915 en la batalla del Banco Dogger, ambas a favor de Gran Bretaña. A mediados de 1916 ambas flotas se encontraron en pleno frente a la península de Jutlandia. Los alemanes tenían como objetivo impedir el abastecimiento británico desde Noruega. La batalla comenzó el 31 de mayo, duró 80 minutos y fue el mayor combate naval registrado durante la guerra. No hubo un total ganador, ya que la Royal Navy perdió más hombres y naves, pero los alemanes no pudieron romper el bloqueo y tuvieron más buques dañados.

Además la guerra en el mar se disputó en otros escenarios. En el Atlántico la actividad alemana se caracterizó por la guerra submarina. En el Mediterráneo, las flotas aliadas (británica, francesa e italiana) se enfrentaron a la Armada Austro-Húngara en el Adriático, siendo el mayor enfrentamiento la batalla del canal de Otranto en 1917; y a la Armada Otomana durante la campaña de los Dardanelos. En el Océano Pacífico se enfrentaron el Escuadrón Alemán del Lejano Oriente, comandado por el almirante Graf von Spee, con el 4° Escuadrón de la Real Marina Británica, la Real Marina Australiana y algunas unidades de la Marina Imperial Rusa y de la Armada Francesa. Las principales batallas de este teatro de operaciones fueron la batalla de Coronel y la batalla de las Malvinas.

Primera Guerra Mundial

La Primera Guerra Mundial o Gran Guerra fue un conflicto armado que tuvo lugar entre 1914 y 1918, y que produjo más de 10 millones de bajas. Más de 60 millones de soldados europeos fueron movilizados desde 1914 hasta 1918. Originado en Europa por la rivalidad entre las potencias imperialistas, se transformó en el primero en cubrir más de la mitad del planeta. Fue en su momento el conflicto más sangriento de la historia. Antes de la Segunda Guerra Mundial, esta guerra solía llamarse la Gran Guerra o la Guerra de Guerras. Fue la segunda guerra más dañina de la historia tras la Segunda Guerra Mundial

La guerra comenzó como un enfrentamiento entre el Imperio austrohúngaro y Serbia. Rusia se unió al conflicto, pues se consideraba protectora de los países eslavos y deseaba socavar la posición de Austria-Hungría en los Balcanes. Tras la declaración de guerra austrohúngara a Rusia el 1 de agosto de 1914, el conflicto se transformó en un enfrentamiento militar a escala europea. Alemania respondió a Rusia con la guerra, obligada por un pacto secreto contraído con la monarquía de los Habsburgo, y Francia se movilizó para apoyar a su aliada. Las hostilidades involucraron a 32 países, 28 de ellos denominados «Aliados»: Francia, el Reino Unido, Rusia, Serbia, Bélgica, Canadá, Portugal, Japón, Estados Unidos (desde 1917), así como Italia, que había abandonado la Triple Alianza. Este grupo se enfrentó a la coalición de las «Potencias Centrales», integrada por los imperios Austrohúngaro, Alemán y Otomano, acompañados por Bulgaria.

Detonante del conflicto

El evento detonante del conflicto fue el asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria y su esposa, Sofía Chotek, en Sarajevo el 28 de junio de 1914 a manos del joven estudiante nacionalista serbio Gavrilo Princip, miembro del grupo serbio "Joven Bosnia", ligado al grupo nacionalista Mano Negra, que apoyaba la unificación de Bosnia con Serbia. Francisco Fernando era el heredero de la corona austro-húngara después de la muerte de su primo, Rodolfo de Habsburgo (en 1889) y de su padre Carlos Luis de Austria (en 1896). Su asesinato precipitó la declaración de guerra de Austria contra Serbia que desencadenó la Primera Guerra Mundial.



El Imperio austrohúngaro exigió, con el apoyo del Imperio alemán, investigar el crimen en territorio serbio, ya que consideraba que la organización paneslavista Mano Negra tenía conexión con los servicios secretos de ese país. El Imperio Austrohúngaro dio un ultimátum el 7 de julio a Serbia, la que con apoyo ruso no aceptó todas las condiciones impuestas, en particular la participación de policías austríacos en investigaciones en territorio serbio.

Ante dicha negativa, el 28 de julio de 1914, Austria-Hungría declaró la guerra a Serbia. Acto seguido el 29 de julio Rusia ordenó la movilización general. En función de las alianzas militares, el 1 de agosto, Alemania le declaró la guerra a Rusia, al considerar la movilización como un acto de guerra contra Austria-Hungría. Ante esto, y en virtud, de la alianza militar franco-rusa de 1894 Francia le declaró la guerra a Alemania el mismo día.

Los historiadores sostienen que hubo otras causas, como las alianzas entre países (Triple Entente y Triple Alianza), por las que un conflicto local podía tomar dimensiones internacionales. Además entre 1890 y 1914 los países incrementaron progresivamente el presupuesto militar en una carrera armamentística, este período es conocido como la Paz armada.

Guerra de movimientos

En 1914, los europeos pensaban que la guerra sería corta. Pero los generales, que habían estudiado las guerras napoleónicas, estaban equivocados en su enfoque inicial del enfrentamiento, basado en el uso masivo de la infantería. Respondiendo a la enorme eficacia de las armas (fusiles, armas automáticas y artillería pesada), las fortificaciones fueron reforzadas. La caballería sería inútil como medio para romper el frente.

Al comienzo de la guerra los dos bandos trataron de obtener una victoria rápida mediante ofensivas fulminantes. Los franceses agruparon sus tropas en la frontera con Alemania, entre Nancy y Belfort, divididas en cinco ejércitos. Previendo un ataque frontal en Lorena, organizaron el Plan XVII. Los alemanes tenían un plan mucho más ambicioso. Contaban con la rapidez de un movimiento de contorno por Bélgica para sorprender a las tropas francesas y marchar hacia el este de París (Plan Schlieffen de 1905) y luego enfrentarse a las fuerzas enemigas y empujarlas hacia el Jura y Suiza. Tan sólo ubicaron 2/7 de sus tropas sobre la frontera para resistir el ataque frontal en Alsacia-Lorena.



El comienzo del plan trascurrió perfectamente para el Reich. Sus tropas avanzaron sobre Bélgica el 4 de agosto, lo cual provocó la intervención inglesa. Posteriormente derrotaron al ejército francés en diversas batallas. Los franceses lanzaron simultáneamente el Plan XVII, pero resultó un fracaso debido a las armas automáticas que frenaron cualquier asalto y a un repliegue prematuro de las tropas hacia sus líneas. Semanas después estaban ya ubicados en el río Marne, donde chocaron con el Cuerpo Británico y el ejército francés, quienes frenaron el avance alemán. La derrota germana frustró el plan original y acabó con las expectativas de una conflagración breve, marcando el abandono definitivo de los planes anteriores a la guerra. En ese momento comenzó la «carrera hacia el mar»: los dos Ejércitos marcharon hacia el Mar del Norte; ataques y contra-ataques se sucedieron. La contienda se desarrollaría en territorio francés y belga. Las tropas británicas no tardaron en intervenir en mayor número, junto a los restos del ejército belga.

Mientras tanto, Austria-Hungría fracasó en su intento de tomar Belgrado, lo cual lograría después con ayuda alemana, en agosto del 1915. Rusia invadió Prusia Oriental, pero los generales de estado mayor prusianos Hindenburg y Ludendorff los batirán contundentemente en Tannenberg.

En el curso de 1915, dos nuevos países entraron en la guerra: Italia del lado de los Aliados y Bulgaria al lado de las potencias centrales, que con este apoyo derrotan y ocupan a Serbia. Desde el comienzo de la guerra, el Vaticano y Suiza intentaron infructuosamente sondeos por la paz.

Frente occidental

En agosto de 1914, el ejército alemán abrió el frente occidental el 4 de agosto invadiendo Bélgica y Luxemburgo, con un ataque a la ciudad de Lieja. y luego obteniendo el control militar de regiones industriales importantes del oeste de Francia, derrotando al ejército francés en la batalla de Lorena, la batalla de Charleroi (21 de agosto) y en la batalla de Maubeuge una semana más tarde. La fuerza del avance fue contenida drásticamente con la Primera Batalla del Marne en septiembre de 1914, donde enfentaron al Cuerpo Británico compuesto por 5 divisiones experimentadas y las tropas de reserva francesas. Los taxis de París ayudaron a trasladar a los efectivos ingleses al frente. El equilibrio de fuerzas y las nuevas armas facilitaron la defensa frente al ataque e impusieron la estabilización del frente. Ambos contendientes se atrincheraron en una línea sinuosa de posiciones fortificadas que se extendía desde el Mar del Norte hasta la frontera suiza con Francia. Esta línea permaneció sin cambios sustanciales durante casi toda la guerra.





Un asalto presentaba tal desventaja frente al adversario que los ataques aliados fueron infructuosos y Alemania pudo resistir a pesar de combatir en dos frentes. En estos ataques se recurrió a bombardeos masivos de artillería y al avance masivo de la infantería. Sin embargo, la combinación de las trincheras, los nidos de ametralladoras, el alambre de espino y la artillería infligían cuantiosas bajas a los atacantes y a los defensores en contraataque. Como resultado, no se conseguían avances significativos. Las condiciones sanitarias y humanas para los soldados eran muy crudas y las bajas elevadísimas.

En otoño de 1915 el general Joseph Joffre intentó una ofensiva, con apoyo inglés, que concluyó en un gigantesco fracaso. Después de este éxito defensivo, a finales de año, el general Von Falkenhayn, Jefe de Estado Mayor, propuso al Kaiser su proyecto de atacar Verdún. Plaza fuerte e impenetrable según la propaganda francesa, pero que estaba en posición delicada por no poseer un camino o vía férrea para su reavituallamiento. Los alemanes esperaban que su caída debilitaría la moral de los soldados franceses. El 21 de febrero de 1916, el ataque se inició con la artillería bombardeando violentamente las posiciones aliadas. Los alemanes avanzaron poco, pero las pérdidas francesas fueron enormes. El 25 de febrero, el General Langle de Cary decidió abandonar la ciudad, pero el mando francés no estaba dispuesto a perder Verdún y nombró en su lugar a Philippe Pétain, quien organizó una serie de violentos contraataques.


El 1 de julio, los ingleses desataron una gran lucha paralela en la Batalla del Somme, a fin de dividir las tropas alemanas y reducir la presión sobre Francia. Los alemanes retrocedieron escasos kilómetros, pero en orden. Al final, el frente casi no se modificó ni en Verdún ni en el Somme, pese a los centenares de miles de bajas.

En un esfuerzo por romper este callejón sin salida, este frente presenció la introducción de nuevas tecnologías militares, incluyendo el gas venenoso y los tanques. Pero sólo tras la adopción de mejoras tácticas se recuperó cierto grado de movilidad.

A pesar del estancamiento de este frente, este escenario resultó decisivo. El avance inexorable de los ejércitos aliados en 1918 convenció a los comandantes alemanes de que la derrota era inevitable, y el gobierno se vio obligado a negociar las condiciones de un armisticio.

Frente oriental

La estrategia de guerra alemana funcionó contra Rusia. Los ejércitos rusos eran enormes (8 millones de hombres en 1914). Pero la verdad era nefasta: el ejército zarista estaba compuesto principalmente por campesinos sin ninguna formación militar, mal armados y equipados; en suma, no estaba preparado para enfrentarse a los disciplinados germanos. El mando ruso era también mediocre. Los dos ejércitos se enfrentaron en la Batalla de Tannenberg (Prusia Oriental) del 26 al 30 de agosto de 1914, y después en la batalla de los lagos Masurianos del 6 al 15 de septiembre de 1914. Los rusos sufrieron flagrantes derrotas en los dos casos y fueron obligados a replegarse. Allí nació la leyenda del dúo formado por Paul von Hindenburg y Erich Ludendorff, los comandantes germanos en esta exitosa campaña defensiva.

Austria-Hungría, en cambio, no pudo repeler la invasión de Galitzia. En 1914 termina con el ejército ruso aún en pie, a pesar de haber sido rechazado de Prusia Oriental. En junio de 1916 tiene éxito una ofensiva rusa a cargo del General Brusílov, que se interna en las líneas austrohúngaras. Regimientos enteros se pasaron a las filas rusas, demostrando la fragilidad del Imperio austrohúngaro. Motivada por esta circunstancia, Rumania declara la guerra a los Imperios Centrales, pero es fácilmente derrotada y ocupada por los alemanes, lo que compromete aún más la posición rusa. El Imperio de los Romanov no volvería a ejecutar ninguna ofensiva de relevancia en el resto de la contienda.



De ahí en adelante, los alemanes avanzaron sobre Rusia y conquistaron el Golfo de Riga, destruyendo o tomando prisionero a buena parte de los contingentes rusos (Alexéi Alexéievich Brusílov). El frente oriental estuvo en constante movimiento, no conoció el drama de las trincheras. La caballería jugó aún cierto papel en esta guerra de movimientos.

Otros frentes

Si bien los principales esfuerzos de los beligerantes se concentraron en los frentes occidental y oriental, la guerra se libró con mayor o menor intensidad en distintas partes del globo. Se combatió en los Balcanes, en los Dardanelos, en Medio Oriente, en el Cáucaso, en los Alpes italianos, en África, en Extremo Oriente, en el Pacífico y en el Atlántico.

Frente balcánico

Siendo el lugar donde comenzó el cesar la conflagración mundial, en el frente de los Balcanes, se libraron una serie de campañas militares entre las Potencias Centrales Austria-Hungría, Alemania y Bulgaria, por un lado y los aliados Serbia, Montenegro, Rusia, Francia, Gran Bretaña y más tarde Rumanía y Grecia. En este teatro de operaciones la guerra comenzó con la invasión austro-húngara a Serbia en 1914, que acabó con la conquista de Serbia y Montenegro a fines de 1915. Las fuerzas serbias fueron atacadas desde el norte y el este y se vieron obligadas a retirarse del país, sin embargo, el ejército serbio se mantuvo operativo, aunque emplazado en Grecia.

En el otoño de 1915, los aliados intentaron ir en ayuda de los serbios, por medio de una expedición franco-británica que se estableció en el puerto de Salonica, en Grecia. el plan aliado consistía en socorrer a los serbios desde el sur, abriendo un frente en Macedonia. La expedición llegó demasiado tarde y en la insuficiencia de la fuerza para evitar la caída de Serbia, y se vio complicada por la crisis política interna en Grecia. No obstante, se logró mantener estable el frente macedonio, desde la costa albanesa al río Estrimón en Bulgaria, el cual se mantuvo estable, a pesar de las acciones locales, hasta 1918.



En 1916 la diplomacia aliada logró llevar a Rumania a la guerra contra las Potencias Centrales, pero esta decisión resultó desastrosa para los rumanos. Poco después de la declaración de guerra rumana, una ofensiva combinada entre los alemanes, austro-húngaros, búlgaros y turcos otomanos conquistó dos tercios del país en una rápida campaña que finalizó en diciembre de 1916. Sin embargo, los ejércitos ruso y rumano consiguieron estabilizar el frente y mantenerlo en Moldavia. En 1917, Grecia entró en la guerra del lado aliado, y en septiembre 1918 se produjo la gran ofensiva aliada de una fuerza multinacional acantonada en el norte de Grecia, que dio lugar a la capitulación de Bulgaria y a la liberación de Serbia.

Frente del Medio Oriente

Los Aliados contaban con la debilidad de Turquía para abrir una vía directa y apoyar a sus aliados rusos en problemas. La campaña de los Dardanelos fue desatada por los ingleses, a sugerencia de Winston Churchill, para controlar el estrecho de los Dardanelos, lo que permitiría a Francia y al Imperio Británico revitalizar a Rusia, neutralizar Turquía y encerrar a los imperios centrales. El ambicioso proyecto comenzó con el despliegue de una imponente flota inglesa y el desembarco de tropas en Galípoli, pero los turcos se defendieron con una decisión inesperada. Los aliados no consiguieron penetrar por sorpresa en el Imperio Otomano y fracasaron en las sucesivas ofensivas. La operación fue un sangriento desastre, convirtiéndose en una nueva batalla de trincheras (para colmo, esta vez con el mar a espaldas de los Aliados). Después de unos meses de inútiles tentativas, el mando inglés decidió evacuar Galípoli y dirigir su cuerpo expedicionario a Salónica, Grecia. Este ejército sostendría enseguida a los serbios que no se rindieron. Ante todo, se mantuvo a la espera de nuevas oportunidades, como convencer a Grecia de entrar en la guerra.



Durante todo el conflicto, los británicos fomentaron el sublevamiento de las tribus árabes para perturbar a los turcos otomanos. En esta misión destacó el célebre oficial T. E. Lawrence, Lawrence de Arabia. La Declaración Balfour propuso el establecimiento de un Estado judío en Palestina, para motivar a los judíos estadounidenses a que apoyaran el ingreso de ese país en la guerra. En 1916 los británicos atacaron Palestina, cuyo control mantendrían hasta 1948.

Frente Italiano

En 1915, Italia se une a los Aliados y ataca a Austria. Sin embargo, una larga serie de ofensivas sobre el río Isonzo fracasa. En 1917, son los austro-húngaros, reforzados por tropas alemanas, los que baten duramente a los italianos en Caporetto. Este desastre casi saca a Italia de la guerra, pero el frente se estabiliza sobre el río Piave.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Jesús Ramirez

Guerra de los Balcanes


Las Guerras de los Balcanes fueron dos guerras ocurridas en el sureste de Europa de 1912 a 1913. La primera enfrentó al Imperio otomano con la llamada Liga de los Balcanes formada por Bulgaria, Montenegro, Grecia, y Serbia.

Antecedentes

Tras la derrota diplomática rusa en la Crisis bosnia de 1908, esta trató de recuperar su influencia en los Balcanes induciendo a los estados de la península a asociarse, bajo su supervisión. En 1911, llegaba también a un acuerdo con Italia para cooperar con ella en la región. El mismo año, la derrota del Imperio otomano ante la misma Italia en la Guerra Ítalo-Turca que le permitió a esta anexionarse Libia y la continua inestabilidad en el Imperio hicieron que los estados balcánicos viesen como inminente la partición de Macedonia.

A pesar de sus rivalidad por controlar Macedonia y erigirse como la potencia principal de los Balcanes, Bulgaria y Serbia lograron alcanzar un acuerdo el 13 de marzo de 1912 de defensa mutua y contrario a la repartición de territorio otomano por otros estados. Los anexos secretos del acuerdo trataban sobre la división de Macedonia entre los dos países, dejando la futura frontera entre ambos extremadamente vaga: Serbia se anexionaría los territorios al norte de los Montes Šar, Bulgaria aquellos al este del Struma y de los Montañas Ródope. El resto de Macedonia quedaba sin asignar, aunque Serbia se comprometía a no exigir los territorios más allá de la línea Kriva Palanka-Veles-Ohrid, sin ocupar ninguna de las dos últimas poblaciones. El resto podría dividirse entre Bulgaria y Grecia. Ambos estados se comprometían a enviar 100.000 soldados al frente de Macedonia, suministrando Serbia un total de 150.000 tropas y Bulgaria 200.000.

Más tarde Bulgaria llegó a un acuerdo más limitado con Grecia. Esta se negó a aceptar una Macedonia autónoma y reclamó, como Bulgaria, el puerto de Salónica. Así, el acuerdo con Grecia fue puramente defensivo, ante las grandes diferencias entre las dos naciones.

A continuación Serbia y Bulgaria comenzaron las negociaciones con Montenegro, que debía provocar al Imperio otomano para lograr el estallido de las hostilidades. Rusia, consciente de que su alianza para frenar el poderío del Imperio austrohúngaro se había convertido en un pacto para atacar al Imperio otomano, trató de frenarla mediante diplomacia, logrando el acuerdo de Austria-Hungría. El 8 de octubre de 1912 estas dos potencias advertían a los países balcánicos que los posibles cambios territoriales en la península no serían reconocidos por las grandes potencias, pero ese mismo día Montenegro desencadenaba un ataque contra los otomanos, apoyado inmediatamente por el resto de sus aliados.

Primera Guerra

Las operaciones contra el Imperio se desarrollaron sin grandes problemas: los ejércitos coaligados contaban con 700.000 hombres frente a los 320.000 otomanos y la flota griega bloqueaba la península, estorbando los refuerzos otomanos.

Mientras los búlgaros se concentraban en atacar hacia Estambul y sitiaban Edirne con refuerzos serbios, los griegos ocupaban Salónica el 8 de noviembre de 1912 , a donde los búlgaros llegaban el día siguiente. En Macedonia los serbios ocupaban poblaciones más allá de la línea de máxima expansión acordada con los búlgaros, haciéndose con Prilep, Bitola y Ohrid. En el oeste, Serbia, decidida a lograr un puerto en el Mar Adriático, avanzó hacia Durrës, a pesar de ser el territorio de mayoría albanesa, y cercó Shkodër con ayuda de Montenegro. En el suroeste Grecia atacó Janina.


A comienzos de 1913 las posiciones otomanas en la península se limitaban a cuatro ciudades cercadas: Estambul, Edirne, Shkodër y Janina. Las grandes potencias intervinieron entonces para decidir la asignación de territorios mediante la imposición en mayo del Tratado de Londres, que asignaba Edirne a Bulgaria, Creta a Grecia y creaba Albania gracias a la insistencia de Italia y Austria-Hungría, que no deseaban que Serbia contase con salida al Adriático. Esta y Grecia, habiendo perdido los territorios albaneses ocupados en el conflicto, decidieron resarcirse en otro territorio.

Segunda Guerra

Serbia exigió entonces a Bulgaria extenderse más allá de lo acordado, alegando que había llevado el peso de los combates en Macedonia y había perdido su salida al mar, temiendo el realidad el poder de la nueva Bulgaria, que había logrado una salida al Mar Egeo y grandes territorios en Macedonia. Grecia, a su vez, no deseaba una Bulgaria poderosa a escasos kilómetros de Salónica. Mientras, Bulgaria reclamaba el mantenimiento de los pactos originales, a pesar de los cambios en Albania.


Ante la tensión creciente entre los antiguos aliados Serbia y Grecia llegaron a un pacto secreto por el que se dividían Macedonia al oeste del río Vardar, quedando el territorio al este del río para Bulgaria. Pronto Montenegro y Rumanía, que anhelaba tomar el sur de la Dobruja, se unieron al acuerdo. El Imperio otomano comenzó a tratar también con los nuevos aliados.

Mientras, Bulgaria se encontraba cada vez más aislada: tras su rechazo a la mediación rusa perdió el respaldo de esta, que apoyó las pretensiones serbias, mientras los austrohúngaros trataban con Grecia y Rumanía. Creyendo en su superiodad militar, Bulgaria atacó Serbia y Grecia el 29 de junio de 1913 . Pronto los aliados de estas entraron en el conflicto y el 31 de julio de 1913 Bulgaria se veía obligada a firmar el armisticio, reconociendo su derrota.

Este segundo conflicto conllevó grandes pérdidas territoriales para Bulgaria, que perdió el sur de Dobruja, concedido a Rumanía y casi toda Macedonia a excepción de los territorios que rodeaban Strumica, aunque mantenía su acceso al Egeo a través de una franja de 120 kilómetros y el puerto de Dedeagatch. Serbia obtenía casi todo el norte de Macedonia, el Imperio otomano recuperaba Edirne y la Tracia oriental mientras que Grecia ocupaba Epiro con Janina y se extendía unos 75 km. al norte y este de Salónica. Montenegro y Serbia se repartían el Sandžak y se creaba Albania.

Consecuencias

Las Guerras supusieron las expulsión definitiva del Imperio otomano de la península de los Balcanes salvo en el extremo oriental de Tracia, el establecimiento de fronteras casi definitivas que perduraron salvo breves intervalos durante las Guerras Mundiales y el nacimiento de Albania como estado independiente. No resolvieron, sin embargo, las disputas territoriales entre los países balcánicos, manteniendo Bulgaria sus deseos de alcanzar las fronteras del Tratado de San Stefano y siendo los territorios de Macedonia, Tracia y Dobruja objeto de competencia.
 
Jesús Ramirez

Guerra Ítalo-Turca


La Guerra Ítalo-Turca o Turco-Italiana (también conocida en Italia como Guerra de Libia) fue un conflicto armado entre el Imperio otomano y el Reino de Italia que se prolongó del 29 de septiembre de 1911 al 18 de octubre de 1912.

Italia atacó las provincias otomanas de Tripolitania y Cirenaica, que juntas constituyen la Libia actual, así como la isla de Rodas y el archipiélago griego del Dodecaneso, cerca de Anatolia. Esta guerra supuso un precedente importante de la Primera Guerra Mundial e influyó en el contencioso nacionalista en los Estados balcánicos. Considerando cómo los italianos habían derrotado fácilmente a los desorganizados otomanos, los miembros de la Liga Balcánica atacaron al Imperio Otomano antes de que la guerra con Italia hubiera terminado.

La Guerra Ítalo-Turca fue un banco de pruebas de los numerosos avances tecnológicos usados en la Gran Guerra; sobre todo el aeroplano. El 23 de octubre de 1911, el piloto italiano capitán Piazza en un aparato Blériot voló sobre las líneas turcas en una misión de reconocimiento, y el 1 de noviembre el subteniente Gabotti deja caer la primera bomba aérea sobre las tropas turcas en Libia.

En ella participarían oficiales que llegarían más adelante a alcanzar grandes responsabilidades en sus países, como Pietro Badoglio (Primer Ministro de Italia) o Mustafa Kemal Atatürk, primer presidente de la moderna República de Turquía.

Guerra Ruso Japonesa


La Guerra Ruso-Japonesa (8 de febrero de 1904 – 5 de septiembre de 1905) fue un conflicto surgido de las ambiciones imperialistas rivales de la Rusia Imperial y el Japón en Manchuria y Corea. Los principales escenarios del conflicto fueron el área alrededor de la Península de Liaodong y Mukden, los mares de Corea y Japón y el Mar Amarillo.

Los rusos buscaban un puerto de aguas cálidas (que no se congelan en invierno) en el Oceano Pacífico para uso de su armada y para comercio marítimo, El puerto de Vladivostok solo podía funcionar durante el verano, pero Port Arthur sería capaz de mantenerse funcionado todo el año. Después de la Primera Guerra Sino-Japonesa, en 1903, las negociaciones entre Rusia y Japón resultaron ser inútiles, así que Japón decidió entrar en guerra para mantener su dominio exclusivo de Corea.

Las campañas resultantes, en las cuales una milicia nipona carente de experiencia logró obtener varias victorias de manera consistente sobre sus oponentes rusos, fueron un hecho inesperado para muchos en el mundo. Estas victorias eventualmente transformarían dramáticamente el balance de poder en el Este de Asia, lo que daría como resultado la consolidación de Japón como país importante en el escenario mundial. Las vergonzosas derrotas generaron insatisfacción en los rusos con su corrupto e ineficiente gobierno Zarista, y fueron una de las principales causas de la Revolución Rusa de 1905.

Los orígenes de la guerra

En los últimos años del siglo XIX y principios del siglo XX, varios países occidentales compitieron por influencia, comercio y territorio en Asia Oriental. Mientras, Japón se esforzaba por convertirse en una gran potencia moderna.

La situación geográfica de Japón lo alentó a enfocarse en Corea y el norte de China, lo que chocaba con los intereses expansionistas rusos. El esfuerzo japonés por ocupar Corea condujo a la Primera Guerra Sino-Japonesa. La derrota china por parte del Japón condujo al Tratado de Shimonoseki (17 de abril de 1895), por el cual China renunciaba a sus reclamaciones sobre Corea, cediendo además Taiwán y Lüshunkou (a menudo llamado Port Arthur). Sin embargo, la presión occidental (por parte de Rusia, Gran Bretaña y Francia) obligó al Japón a devolver Port Arthur y Manchuria a China (Triple Intervención del 23 de abril de 1895).

Tras la revuelta de los bóxers chinos de 1898, e incumpliendo la promesa hecha al Japón, los rusos negociaron con China un arrendamiento de 25 años de la base naval, un puerto libre de hielos para su flota de Extremo Oriente. Mientras tanto, soldados rusos ocupaban Manchuria y el norte de Corea, amenazando la influencia japonesa en Corea (cuyo gobierno seguía siendo controlado en la sombra por China, pese a la independencia que le otorgara Japón). El gobierno coreano concedió a Rusia una base naval próxima a las costas japonesas, en un intento de ofrecer una doble amenaza a Japón, la de Rusia y la de China.

Rusia aprovechó la desestabilización de la zona y en 1896 se firmó un acuerdo con China para el uso de Port Arthur como base ubicada al extremo de la península de Kuan-Tong y la parte extrema de la península de Liao Yang, ahora perteneciente a Manchuria, así como el libre acceso ruso a todos los puertos chinos. Más adelante, en 1898 los rusos impidieron el uso de Port Arthur a los mismos chinos, y se empezó a ejercer el control que el Japón había deseado cuatro años atrás. Esto fue un desafío para el Imperio Japonés y provocó la desaprobación de Inglaterra, quien vio al gigante ruso como una amenaza a sus posesiones británicas y su provechoso comercio asiático.

Inglaterra, en una hábil maniobra diplomático-estratégica, consiguió la cesión de Wei-Ha-Wie, un emplazamiento portuario a sólo 40 km de Port Arthur, y de este modo se buscó la neutralización de las pretensiones rusas. Sin embargo, los rusos unían este puerto con el Transiberiano mediante la construcción de una vía de ferrocarril. Esto hizo pensar a Inglaterra que Rusia deseaba consolidarse militarmente en la región y buscó la alianza con Japón.

En 1902, Inglaterra firmó una alianza con Japón, y entre las cláusulas de dicho tratado figuraba la construcción de unidades navales para Japón que se puso de inmediato en marcha, así como la aceleración en la entrega de las unidades ya encargadas. Inmediatamente se aprobó un plan de rearme naval de 200.000 toneladas denominado «Esperanza y determinación» y se encargaron a Inglaterra 6 acorazados, 4 cruceros armados, 2 cruceros ligeros, 16 destructores y 10 torpederos. Otras unidades fueron encargadas a Francia, Italia e incluso Alemania y EE. UU. En Japón se empezó la construcción acelerada de 10 torpederos y 8 destructores. Se comenzó un programa de adiestramiento del personal de la Armada Imperial Japonesa de 15.100 hombres hasta incrementarse a 40.800 marineros y oficiales.


Al considerar que la penetración rusa en Corea y Manchuria suponía un riesgo para su seguridad nacional, Japón exigió a Rusia que abandonase Manchuria, en cumplimiento de los acuerdos de 1900. Rusia dilató las conversaciones diplomáticas durante dos años y Japón, harto de esperar en vano una respuesta, rompió las relaciones diplomáticas el 6 de febrero de 1904.

El recién modernizado Ejército Imperial Japonés se hallaba más que preparado para enfrentarse a las fuerzas que Rusia había estacionado en Asia al inicio de la contienda, que representaban sólo una pequeña parte de las tropas del zar. Se calcula que los rusos movilizaron durante el conflicto hasta 2.000.000 de soldados mientras que los efectivos japoneses nunca llegaron a los 900.000 hombres.

Campaña de 1904

Para 1904, Japón ya contaba con una serie de bases logísticas distribuidas en el Mar Amarillo y además con unidades navales de primera mano, a diferencia de Rusia que tan sólo tenía dos bases muy distantes y estratégicamente desubicadas: Port Arthur y Vladivostok, así como unidades navales ya anticuadas. La batalla de Chemulpo fue una batalla naval que se libró el 9 de febrero de 1904 en el puerto del mismo nombre, en Corea.

A finales de ese año Japón contaba con:

* 7 acorazados: Asahi, Mikasa, Yashima, Fuji, Shikishima, Hatsuse, Chin'en
* 8 cruceros acorazados: Asama, Tokiwa, Iwate, Izumo, Azuma, Yakumo, Nisshin y Kasuga
* 5 acorazados costeros: Fuso, Heien, Chiyoda, Hiyei, Kongo (el primero)
* 17 cruceros protegidos
* 12 destructores
* 100 torpederos

Uno de esos acorazados, el Mikasa, era el más avanzado buque de guerra de su tipo en su tiempo y había sido entregado en 1902, directo desde los astilleros británicos de Vickers Shipyard al Japón. El Chitose, otro de las mismas características, fue entregado desde San Francisco (EE.UU.). Todas estas unidades estaban al mando del almirante Heihachiro Togo.

Por el lado ruso, la situación era bastante diferente. En primer lugar, el adiestramiento era muy deficiente y la oficialidad era muy mediocre. Las unidades navales no pasaban de ser anticuados acorazados pasados de moda; la mayoría estaba concentrada en Port Arthur y una pequeña división en Vladivostok, todas al mando del almirante Aléxiev. Casi la mitad de la flota estaba además en el mar Báltico.

Unidades rusas en Port Arthur:

* 7 acorazados: Petropávlosk, Pobieda, Poltava, Retvizan, Peresviet, Tsessariévitch, Sevastópol
* 4 cruceros acorazados: Bayán, Rossía, Gromoboy, Riúrik
* 7 cruceros protegidos: Askold, Bogatyr, Diana, Pallada, Nóvik, Varyag, Boyarin
* 25 cazatorpederos.

Unidades rusas en el Báltico:

* 5 acorazados en construcción: Suvórov, Borodinó, Imperátor Aleksandr III, Orel, Slava
* 4 acorazados en servicio: Sissoy, Veliki, Navarín, Imperátor Aleksandr II, Imperátor Nikolái I
* 8 acorazados costeros
* 6 cruceros acorazados
* 9 cruceros protegidos
* 200 cazatorpederos y torpederos
* 14 cañoneros
* 12 submarinos

El objetivo japonés era Port Arthur (hoy Lüshunkou, China), situado en la península de Liaotung, al sur de Manchuria, que había sido fortificado para convertirlo en una base naval mayor por los rusos. Los japoneses necesitaban controlar el mar para enfrentarse a una hipotética guerra en el continente asiático. De este modo, su primer objetivo militar fue neutralizar a la flota rusa anclada en Port Arthur. La noche del 8 de febrero, la flota japonesa, bajo el mando del almirante Heihachiro Togo, abrió fuego torpedeando sin previo aviso a los barcos rusos en Port Arthur, dañando seriamente a dos acorazados rusos. Los combates de la batalla de Port Arthur se desarrollaron a la mañana siguiente. Siguieron una serie de acciones navales indecisas, en las cuales los japoneses fueron incapaces de atacar con éxito a la flota rusa protegida por los cañones terrestres de la bahía, y los rusos declinaban abandonar la bahía hacia mar abierto, descabezados por la muerte del almirante Stepán Makárov el 13 de abril. Estas acciones proporcionaron cobertura para un desembarco japonés cerca de Incheon en Corea. Tras el desembarco, invadieron Seúl y ocuparon rápidamente el resto de la península. Para finales de abril, el ejército japonés al mando de Kuroki Itei se preparaba para cruzar el río Yalu, en el interior de la Manchuria ocupada por los rusos.

En contrapunto a la estrategia japonesa de lograr victorias rápidas para controlar Manchuria, la estrategia rusa se enfocó en acciones defensivas destinadas a ganar tiempo para que los refuerzos llegaran vía Ferrocarril Transiberiano. El 1 de mayo estalla la batalla del río Yalu, en la cual las tropas japonesas toman por asalto una posición rusa después de cruzar el río sin oposición. Fue la primera batalla terrestre de la guerra. Las tropas japonesas procedieron a desembarcar en varios puntos de la costa manchuriana, obligando a los rusos a retroceder a Port Arthur. Estas batallas, incluida la batalla de Nanshan el 25 de mayo, estuvieron marcadas por las grandes pérdidas japonesas al atacar posiciones rusas atrincheradas, pero los rusos permanecieron pasivos y no fueron capaces de contraatacar.

Japón comenzó un largo asedio de Port Arthur, fuertemente fortificado por los rusos. En agosto parte de la flota rusa intentó escapar de Port Arthur en dirección a Vladivostok, pero fue interceptada y derrotada en la batalla del Mar Amarillo. El resto de los barcos permanecieron en Port Arthur, donde fueron hundidos lentamente por la artillería japonesa. Los intentos por socorrer a la ciudad desde el continente también fracasaron, y después de la batalla de Liaoyang (24 de agosto–5 de septiembre de 1904), los rusos se retiraron a Shenyang. El ejército japonés infligió una nueva derrota a los rusos en el río Cha-ho (5 de octubre–18 de octubre de 1904).

Campaña de 1905

Port Arthur cayó finalmente el 2 de enero de 1905, después de una serie de asaltos brutales y gran cantidad de bajas en ambos bandos. Con las espaldas cubiertas, el ejército japonés presionó hacia el norte de Manchuria. Tras la batalla de Mukden (21 de febrero–10 de marzo de 1905), expulsan a los rusos de Shenyang.

Mientras tanto, Rusia había enviado la flota del Báltico al mando del almirante Rozhdestvenski hacia Asia, bordeando el Cabo de Buena Esperanza. El 21 de octubre de 1904, mientras navegaba en aguas británicas (un aliado del Japón pero neutral en esta guerra), provocó el incidente de Dogger Bank al disparar sobre botes pesqueros a los que los rusos confundieron con lanchas torpederas. El viaje se demoró tanto que el almirante Togo hizo planes para interceptar a la flota del Báltico antes de que pudiera recalar en Vladivostok. Las escuadras se encontraron en la batalla de Tsushima, en el estrecho del mismo nombre entre Corea y Japón, el 27 de mayo de 1905. Durante la batalla, que duró hasta el 29 de mayo, la flota japonesa, numéricamente inferior pero más moderna y con mayor velocidad y alcance de fuego, bombardeó a la flota rusa sin piedad, destruyendo sus ocho acorazados. La flota japonesa contaba entre otros con dos cruceros acorazados de Clase Giuseppe Garibaldi comprados a Argentina: el Mariano Moreno (renombrado Nisshin) y el Bernardino Rivadavia (renombrado Kasuga), así como un crucero comprado a Chile: el Esmeralda (rebautizado Izumi).

Conclusión y consecuencias de la guerra

El mando ruso en Extremo Oriente, formado por el almirante Yevgeni Alekséyev y el general Alekséi Kuropatkin, era incompetente y sus tropas, insuficientes. Los refuerzos llegaban desde la Rusia europea en el ferrocarril Transiberiano de vía única, muy lento e interrumpido a la altura del lago Baikal. Éstas y otras razones, como el ataque por sorpresa del Japón, implicaron que la guerra resultara en una sorprendente victoria japonesa, lo que le convirtió en una potencia mundial a tener en cuenta.

Rusia se ve obligada a negociar. El resultado: la humillación de una nación occidental. Se concluye un armisticio entre los dos gobiernos: aunque los rusos se encuentran muy debilitados por la Revolución de 1905, las finanzas japonesas están totalmente agotadas y el Imperio nipón ya no dispone de los medios para destruir completamente al grueso de las tropas rusas de Extremo Oriente. Se organiza una conferencia de paz en Portsmouth (EE.UU.) el 5 de septiembre de 1905, gracias a la mediación del presidente estadounidense Theodore Roosevelt. Las cláusulas contienen las siguientes estipulaciones: Rusia debe reconocer la preeminencia de los intereses del Japón en Corea; cede al vencedor su arrendamiento de la península de Liaodong, su base de Port Arthur, el ferrocarril meridional de Manchuria y la mitad sur de la isla de Sajalín. Ambos países, de común acuerdo, se comprometen a restituir Manchuria a China. A pesar de la insistencia del Japón, no se prevé ninguna indemnización.

El descontento popular en Rusia, seguido de la derrota, llevó a la Revolución de 1905. La guerra terminó gracias a la mediación de los EE.UU. El descontento japonés ante la ausencia de adquisiciones territoriales condujo a una erosión de los buenos sentimientos hacia Estados Unidos, constituyendo la semilla para el futuro conflicto con el país americano.

La derrota de Rusia fue recibida con conmoción en Occidente, especialmente a través de Asia. Que un país no occidental pudiera derrotar en un conflicto bélico a un poder establecido resultó particularmente inspirador para varios movimientos independentistas anticoloniales alrededor del mundo. Esta guerra ha sido llamada el «fin del mito del hombre blanco». Frente al racismo de la época, supuestamente por primera vez, una nación blanca era vencida por otra raza.

Después de esta guerra, el Imperio nipón adquirió gracias a su Armada Imperial un prestigio nacional e internacional en lo naval y militar que durará hasta la Segunda Guerra Mundial.

Durante la contienda, el ejército japonés trató bien a los civiles y prisioneros de guerra, careciendo de la brutalidad y atrocidades que fueran muy difundidas durante la Segunda Guerra Mundial. Los historiadores japoneses piensan que esta guerra fue un punto decisivo para el Japón y una clave para entender por qué fallaron militar y políticamente.
Jesús Ramirez

Segunda Guerra Anglo-Bóer


En 1887, los buscadores de oro hallaron el mayor filón del mundo en Witwatersrand, una cordillera de unos 96 km que se extiende de este a oeste a unos 48 km al sur de Pretoria. Tratando sobre los posibles beneficios de tal hallazgo, el presidente de Transvaal, Paul Kruger, mostró su clarividencia al manifestar que «En lugar de regocijaros haríais mejor en llorar, pues este oro será causa de un baño de sangre en nuestro país».

Con el descubrimiento del oro de Transvaal, miles de colonos británicos cruzaron en oleadas la frontera desde la Colonia del Cabo. El tamaño de la ciudad de Johannesburgo explotó y se transformó en núcleo de infraviviendas de un día para otro a medida que los extranjeros (llamados uitlanders en neerlandés) llegaban y se establecían en las inmediaciones de las minas. Los extranjeros superaron rápidamente en número a los bóer de Witwatersrand, aunque en general siguieron siendo una minoría en Transvaal. Los afrikáner (colonos neerlandeses), nerviosos y resentidos por la presencia de los extranjeros, se negaron a reconocerles derechos electorales e impusieron pesadas cargas fiscales sobre la industria del oro. Como respuesta, creció la presión de los extranjeros y de los propietarios británicos de las minas para que cayera el gobierno de los bóer. En 1895, Cecil Rhodes promovió un fallido golpe de estado respaldado por una incursión armada conocida como Jameson Raid.

El fracaso en la lucha por los derechos de los británicos se utilizó para justificar una intervención militar en toda regla en El Cabo, y diversos líderes coloniales británicos se mostraron favorables a la anexión de las repúblicas de los bóer. Entre ellos se contaba el gobernador de la Colonia del Cabo, Sir Alfred Milner, el secretario colonial británico, Joseph Chamberlain, y los propietarios de minas asociados como Alfred Beit, Barney Barnato y Lionel Phillips. Convencidos de que los bóer serían derrotados rápidamente, intentaron provocar una guerra.

El presidente del Estado Libre de Orange, Marthinus Steyn, convocó a Milner y Kruger a una conferencia en Bloemfontein que se celebró el 30 de mayo de 1899 (la Conferencia de Bloemfontein), pero las negociaciones se interrumpieron muy pronto. En septiembre de 1899, Chamberlain presentó un ultimátum por el que exigía igualdad legal para los ciudadanos británicos residentes en Transvaal.

Kruger, seguro de que la guerra era ya inevitable, presentó su ultimátum antes de recibir el de Chamberlain. En él se comunicaba a los británicos que disponían de 48 horas para retirar todas sus tropas de la frontera de Transvaal, de lo contrario la república se aliaría con el Estado Libre de Orange y les declararía la guerra.


Primera fase: ofensiva de los bóer (de octubre a diciembre de 1899)

La guerra fue declarada el 12 de octubre de 1899 y los bóer tomaron la iniciativa invadiendo la Colonia del Cabo y la Colonia de Natal entre octubre de 1899 y enero del siguiente año. A continuación, se produjeron varios éxitos militares de los afrikáner contra el tremendamente incompetente general Redvers Buller. Los bóer fueron capaces de sitiar las ciudades de Ladysmith, Kimberley y Mafeking, defendida por tropas al mando de Robert Baden-Powell.

El asedio se cobró un alto precio entre los soldados defensores y los civiles de estas ciudades tan pronto como los alimentos empezaron a escasear tras varias semanas. En Mafeking, Sol Plaatje escribió: «Era la primera vez que se consideraba la carne de caballo como un alimento humano». Las ciudades cercadas tuvieron también que soportar el bombardeo constante de la artillería, que convirtió las propias calles en el lugar más peligroso. Hacia el final del cerco de Kimberley, se esperaba que los bóer intensificarían los bombardeos, por lo que se publicó un bando recomendando a los ciudadanos que se protegiesen en las minas. El pánico cundió entre los habitantes y éstos se abalanzaron sobre las minas durante doce horas. Si bien el bombardeo esperado nunca llegó, el nerviosismo de la ciudadanía no disminuyó en lo más mínimo.

A mediados de diciembre, el ejército británico empezó a tener problemas. En un periodo conocido como la Semana negra, del 10 al 15 de diciembre de 1899, los británicos sufrieron una serie de pérdidas devastadoras en Magersfontein, Stormberg y Colenso. En la Batalla de Stormberg, ocurrida el 10 de diciembre, el general británico Sir William Gatacre, al mando de 3.000 soldados encargados de combatir las incursiones de los bóer en la Colonia del Cabo, intentó retomar un nudo ferroviario a unos 80 km al sur del río Orange. Gatacre optó por atacar las posiciones de los bóer del Estado Libre de Orange, para lo que tuvo que escalar una escarpada montaña rocosa en la que perdió 135 hombres, entre muertos y heridos, así como dos cañones, y más de 600 soldados fueron hechos prisioneros. En la Batalla de Magersfontein, ocurrida el 11 de diciembre, 14.000 soldados británicos a las órdenes de Lord Methuen intentaron liberar Kimberley. Los comandantes de los bóer, Koos de la Rey y Piet Cronje, trazaron un plan para excavar trincheras en un lugar poco previsible con el fin de engañar a los británicos y ofrecer a sus fusileros un mejor ángulo de tiro. El plan funcionó a la perfección y los británicos fueron derrotados, sufriendo en la batalla la pérdida de 120 soldados muertos y 690 heridos, lo que les impidió, además, acudir en ayuda de Kimberley y Mafeking. Sin embargo, el peor momento de la Semana negra fue la Batalla de Colenso, que tuvo lugar el 15 de diciembre, en la que 21.000 soldados británicos bajo el mando de Redvers Buller intentaron cruzar el río Tugela para asistir a la ciudad de Ladysmith, y donde 8.000 bóer de Transvaal comandados por Louis Botha les estaban esperando. Combinando artillería y sus experimentados fusileros, los bóer rechazaron todos los intentos británicos de cruzar el río. Las tropas británicas tuvieron 1.127 bajas y durante la retirada tuvieron que abandonar 10 piezas de artillería que los bóer capturaron con menos de 40 bajas.

Segunda fase: ofensiva británica (de enero a septiembre de 1900)

Los británicos sufrieron otras derrotas en sus intentos de liberar Ladysmith, como la Batalla de Spionkop, que se desarrolló entre el 19 y el 24 de enero de 1900, en la que Redvers Buller volvió a intentar cruzar el Tugela al oeste de Colenso y volvió a ser derrotado por Louis Botha tras una dura batalla por una colina que concluyó con mil bajas británicas y cerca de trescientos bóer muertos. Buller volvió a atacar a Botha el 5 de febrero en Val Krantz, con el mismo resultado de las anteriores batallas.

Hasta la llegada de refuerzos el 14 de febrero de 1900, las tropas británicas a las órdenes de Lord Roberts no fueron capaces de contraofensivas para liberar las guarniciones. Kimberley fue liberada el 15 de febrero por una división de caballería bajo el mando del general John French. En la Batalla de Paardeberg, que tuvo lugar entre el 18 y el 27 de febrero de 1900, Lord Roberts consiguió finalmente derrotar a los bóer y forzó la rendición del general Piet Cronje, que fue capturado junto a sus 4.000 hombres, un hecho que debilitó aún más las líneas de los bóer y resultó en la Liberación de Ladysmith al día siguiente. La Liberación de Mafeking, el 18 de mayo de 1900, provocó celebraciones en Inglaterra que culminaron en algaradas. A continuación los británicos avanzaron hacia el interior de las dos repúblicas, capturando en su camino la capital del Estado Libre de Orange, Bloemfontein, el 13 de marzo y la capital de Transvaal, Pretoria, el 5 de junio.

Numerosos observadores británicos metieron la cabeza bajo tierra y dieron la guerra prácticamente por concluida tras la captura de las dos capitales. Por el contrario, los bóer se reagruparon en una nueva capital, Kroonstad, y planificaron una campaña de guerrillas con la que castigar las líneas de abastecimientos y comunicaciones de los británicos. El primer enfrentamiento con este nuevo tipo de estrategia militar se produjo el 31 de marzo en Sanna's Post, en el que 1.500 bóer a las órdenes de Christiaan De Wet atacaron la presa de Bloemfontein a unos 37 km al este de la ciudad y tendieron una emboscada a una caravana escoltada con un gran destacamento; en la batalla hubo 155 bajas británicas y se capturaron siete cañones, 117 carros y 428 soldados. Una de las últimas batallas formales fue la de Diamond Hill, el 11 y 12 de junio, en la que Lord Roberts intentó conducir a los restos del ejército bóer a una distancia desde la que no pudiesen atacar Pretoria. Si bien Roberts expulsó a los bóer de la colina, el comandante de los bóer, Louis Botha, no consideró el resultado una derrota, puesto que infligió 162 bajas en las filas británicas por sólo 50 de su ejército. Esta batalla concluyó las operaciones militares formales y dio paso a una nueva fase de la guerra.

Tercera fase: guerra de guerrillas (de septiembre de 1900 a mayo de 1902)

Aunque habían sido vencidos en el campo de batalla, los bóer se negaron a aceptar la derrota. La mayoría de ellos se refugió en pequeños grupos en las montañas, desde donde promovieron una interminable guerra de guerrillas que se fue recrudeciendo con el tiempo. Los guerrilleros bóer empezaron a atacar los ferrocarriles y tendidos telegráficos del ejército británico en todo Transvaal, el Estado Libre de Orange e incluso dentro de la Colonia del Cabo. Su nueva táctica cambió la estrategia general de la guerra y demostró que las tradicionales formaciones militares británicas de gran tamaño no eran efectivas en estas situaciones.

El nuevo comandante del ejército británico, Lord Kitchener, respondió construyendo blocaos, pequeños edificios de piedra rodeados de alambre de espino con los que restringían los movimientos de los guerrilleros a un pequeño espacio en el que era posible derrotarlos. El alambre, del que pendían campanas, latas, bengalas e incluso rifles cargados, solía extenderse entre los bloques, a unos 900 m de distancia, y hacían las veces de alarmas. Entre enero de 1901 y el final de la guerra, se construyeron cerca de 8.000 blocaos en una malla de unos 6.000 km. Cada blocao estaba al cargo de un suboficial y unos seis soldados, más un teniente al mando de tres o cuatro blocaos. En un momento de la guerra, los británicos habían desplegado en el país a unos 450.000 soldados entre británicos y reclutas de las colonias. Los bóer nunca tuvieron más de 80.000 hombres.

Los blocaos resultaron efectivos a la hora de obstaculizar los movimientos de los guerrilleros, pero no podían ser la clave de su derrota. Kitchener formó nuevos regimientos de caballería ligera constituida por irregulares, incluidos los Carabineros de Bushveldt, que patrullaban por los territorios controlados por los bóer y se dedicaban a dar caza y destruir grupos de guerrilleros bóer.

En marzo de 1901, el general adoptó la política de tierra quemada y empezó a privar a las áreas rurales de cualquier artículo que pudiese ser de utilidad para los guerrilleros bóer, a saber: hizo confiscar ganado, envenenar pozos, quemar cosechas y granjas, y desplazar a las familias que las habitaban a campos de concentración.

Esta política condujo a la destrucción de 30.000 granjas y 40 pequeñas ciudades. En total, 116.572 hombres, mujeres y niños bóer fueron desplazados a campos de concentración, aproximadamente un cuarto de la población, más unos 120.000 africanos negros.

Estas nuevas tácticas pronto desmoralizaron y entorpecieron los suministros de los resistentes bóer. En diciembre de 1901, muchos de los internados en los campos habían sido puestos en libertad, y muchos de los hombres se alistaron en dos nuevos regimientos que luchaban del lado británico: los Transvaal National Scouts y los Orange River Volunteers, que contribuyeron a poner fin a la guerra, el 31 de mayo de 1902.

Guerras de los Bóers: Los campos de concentración


Estos habían sido concebidos originalmente para los refugiados cuyas granjas habían sido destruidas durante las batallas, y el término . No obstante, a consecuencia de la nueva política de Kitchener, hubieron de construirse muchos más y fueron transformados en prisiones.

Se construyeron un total de 45 campos de tiendas para los internados bóer y 64 para los africanos negros. Los campos de los bóer albergaban fundamentalmente a ancianos, mujeres y niños, ya que de los aproximadamente 28.000 bóer prisioneros de guerra, 25.630 fueron enviados a campos en el extranjero. Incluso cuando fueron expulsados por la fuerza de las áreas controladas por los bóer, los africanos negros no eran considerados enemigos de los británicos, por lo que fueron simplemente considerados mano de obra.

Las condiciones en los campos eran insalubres, y las raciones de comida escasas; en el caso de las mujeres e hijos de los combatientes, las raciones eran aún más pequeñas. La dieta insuficiente y las condiciones higiénicas inadecuadas provocaron la aparición de enfermedades contagiosas endémicas como sarampión, tifus y disentería. Todo ello, unido a la escasez de instalaciones médicas, provocó un gran número de muertes, como indica un informe posterior a la guerra en el que se concluía que 27.927 bóer (de los cuales 22.074 eran niños menores de 16 años) y 14.155 africanos negros murieron de hambre, enfermedades y penalidades. En total, aproximadamente un 25% de los bóer y un 12% de los africanos presos murieron, aunque investigaciones recientes indican que el número de fallecimientos de africanos negros se subestimó en su día, y que en realidad podría haber estado cerca de los 20.000.

La delegada de la Fundación para Mujeres y Niños Sudafricanos Damnificados, Emily Hobhouse, contribuyó notablemente a hacer públicos los problemas de los internos a su vuelta al Reino Unido tras visitar algunos campos del Estado Libre de Orange. Su informe de quince páginas provocó indignación generalizada y la creación de una comisión gubernamental, la Comisión Fawcett, que se encargó de visitar los campos entre agosto y diciembre de 1901 y corroboró los datos de su informe. Ambas fuentes se mostraron muy críticas con la gestión de los campos e hicieron numerosas recomendaciones, por ejemplo de mejora de la alimentación y el aumento de las instalaciones sanitarias. Hacia febrero de 1902, la tasa de mortalidad anual descendió del 6,9% al 2%.


El final de la guerra

En total, la guerra costó unas 75.000 vidas: 22.000 soldados británicos, de los cuales 7.792 causaron baja en batalla y el resto por enfermedad, entre 6.000 y 7.000 soldados bóer, de 20.000 a 28.000 civiles bóer y quizá 20.000 africanos negros. A causa del alargamiento de la guerra y de su mala salud, dimitió el primer ministro Robert Gascoyne-Cecil. Los últimos bóer se rindieron en mayo de 1902 y la guerra finalizó con el Tratado de Vereeniging en el mismo mes. No obstante, los bóer recibieron una compensación de 3.000.000 de libras, se les prometió cierto nivel de autogobierno y en 1910 se fundó la Unión Sudafricana. El tratado acabó con la existencia de las repúblicas de Transvaal y el Estado Libre de Orange como estados bóer e integró estos territorios en el Imperio británico. Durante el conflicto se concedieron 78 Cruces Victoria al valor ante el enemigo a soldados británicos y coloniales, el más alto y prestigioso galardón de las fuerzas armadas británicas.
Jesús Ramirez